LUIS MILLONES / RENATA MAYER
La construcción de imágenes divinas tuvo un punto de partida importante en los seres que rodearon al hombre en el principio de los tiempos. De todos ellos, los animales, con atributos imposibles de rivalizar, ofrecieron la posibilidad de construir las formas que soñaron nuestros antepasados. Este documento, pequeña biblia regional como lo llamó Arguedas, sigue siendo el único texto sagrado, conservado en quechua, que relata la saga de los dioses, animales y los hombres antes de la llegada de los europeos.
Este libro recoge el panteón andino que acompañó las aventuras de la humanidad en el amanecer de la vida, que transcurrió entre la montaña de Pariacaca y las aguas que bordean el santuario de Pachacamac.