AA.VV
Los equipamientos sociales y culturales dan carácter. No sólo resuelven las necesidades de la comunidad, sino que confieren sentido urbano y cívico, monumentalizan la ciudad, jerarquizan el espacio público. Son una necesidad y pueden llegar a ser un lujo.
Este número aúna nuevos museos y bibliotecas que equipan algunas ciudades latinoamericanas, a los que hacen de contrapunto dos reflexiones sobre el papel de las infraestructuras, firmados por autores de peso: Saskia Sassen y Richard Ingersoll.
Por un lado, están los nuevos edificios que completan el proyecto de la Ciudad Universitaria mexicana, iniciado en 1950 y ampliado en los años setenta. Entre ellos destaca el Museo Universitario de Arte Contemporáneo proyectado por Teodoro González de León, cuyo círculo envolvente contiene cubos expositivos de concreto blanco, iluminados cenitalmente. Siempre en la Ciudad de México, un nuevo cuartel de bomberos sobre la Avenida Insurgentes sustituye las cenizas de una discoteca incendiada años atrás con una fachada de vidrio rojo y metal.
Los equipamientos culturales construidos en Medellín, como el Parque Explora, de Alejandro Echeverri, y el ParqueBiblioteca Santo Domingo, de Giancarlo Mazzanti, son dos monumentos urbanos insertados en el magma de chabolas que culminan un proceso de recuperación del espacio público, aunando arquitectura de autor y trabajo con las comunidades. Las tres espectaculares rocas negras incrustadas en la montaña que conforman la biblioteca de Mazzanti acaban de obtener el primer premio de la Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo en Lisboa.