MAJLUF, NATALIA ED.
Las revoluciones por la Independencia sudamericana marcaron un momento de intenso intercambio entre las principales ciudades de los dominios de España en América. La larga guerra por la autonomía política supuso el movimiento de ejércitos enteros en un proceso que integró fugazmente los territorios de las futuras naciones latinoamericanas en una causa común, sellada con la batalla de Ayacucho en 1824. En ese contexto, resulta clave la figura de José Gil de Castro (1785-1837), pintor limeño activo en Chile y Perú, quien definió decisivamente la cultura visual de esa transición fundacional.
Retratista sin rostro. Es la frase breve pero precisa acuñada por Luis Eduardo Wuffarden para referirse a José Gil de Castro, el artista que dio forma a la efigies de los principales héroes de la Independencia sudamericana, pero que no dejó mayores huellas de sí mismo. Si alguna vez pintó un autorretrato, no ha quedado rastro de ese cuadro, como tampoco reflexiones a o memorias que permitan acercarnos a esta figura decisiva en la conformación visual de las revoluciones republicanas y creador de los íconos fundacionales del imaginario político regional. Hasta hoy , su imagen se compone de escasos fragmentos documentales que se refractan a través de los rostros de los personajes que pintó.