AA.VV
Vivimos desde hace décadas en una sociedad en la que la juventud es un valor supremo y en la que las arrugas se ocultan sistemáticamente. Bien por el inevitable deterioro físico que conlleva, bien por marcar una etapa previa a la muerte o por una serie de razones (entre las cuales, la estética es muy poderosa), la vejez despierta miedo en la sociedad. Y éste es un factor que conduce inevitablemente a cierta invisibilidad, tanto en los medios de comunicación como en el arte. No queremos ser viejos.
Ser viejo es inapropiado. Aceptar que uno es anciano es marginarse de una sociedad en constante movimiento. Se hace muy difícil ver trabajos fotográficos que retraten a ancianos, simplemente porque no es una etapa estéticamente bonita. Si se entiende la realidad a partir del contenido que suministran los medios, uno termina por pensar que los ancianos no tienen vida más allá de la enfermedad o la demencia. Ver gente anciana, cómo viven, cómo aman, cómo se divierten, cómo enferman o, incluso, cómo mueren, es casi tabú en nuestra sociedad.
Esta muestra propone mirar de frente la vejez y dar visibilidad a algunas de las diversas experiencias que tienen lugar en esta etapa de madurez. No se trata de idealizar ni de ofrecer una visión edulcorada de esta realidad, ni tampoco de ocultar los aspectos más incómodos de la misma. Los trabajos seleccionados por el curador son, obviamente, muy variados y abordan la senectud desde muy diferentes perspectivas. Un recorrido por fotografías de diez prestigiosos autores contemporáneos europeos y estadounidenses en el que veremos la capacidad de las imágenes para dar forma, de una manera rica y también crítica, a la compleja vida de los mayores de nuestro tiempo.