AA.VV
El impacto político y urbano de la caída del muro de Berlín acota una década que vio el retorno de un tipo de construcción exhibicionista y escultórica, entreverada en la España del 92 con las obras deportivas de los Juegos Olímpicos de Barcelona y con las recreativas de la Expo de Sevilla. Y mientras la Península sufría la resaca de la fiesta y en Europa o Asia proliferaban los grandes proyectos, en las escuelas se predicaba la austeridad rigurosa del minimalismo suizo: una tendencia lacónica que contrasta con la locuacidad de las nuevas arquitecturas religiosas, con la expresividad emblemática del Guggenheim bilbaíno y con los seductores alabeos de la Holanda vanguardista.