AA.VV
El número 300 sugiere épica. En verdad, impulsar una revista de arquitectura a lo largo de 25 años, puede resultar una batalla tan difícil como resistir en el paso de las Termópilas. Para su director, el arquitecto y docente Frederick Cooper, alcanzar la edición tricentésima de “Arkinka” le produce satisfacción, pero también cierta frustración. En efecto, el ejemplar ilustrado con una pintura de Silvia Navarrete le generan sentimientos encontrados: la reivindicación del esfuerzo editorial, pero también el desaliento por el desdén de colegas que no leen sobre su propia carrera. “Mis colegas son 23 mil”, dice Cooper aún sorprendido que resulte tan difícil asegurar nuevas suscripciones a la revista que edita desde 1996.