AA,VV
La fotografía de Daido Moriyama es callejera.Hábil y experiemntado captor de ese sinfín de momentos de evanescencia que la calle ofrece, durante cuatro décadas ha dado cuenta a modo de relato cíclico de que es precisamente la vulnerabilidad de la calle la que hace posible la heroicidad anónima de muchos gestos cotidianos, e incluso casi vulgares, que se convierten en salvadores.Quienes con abrumadora frecuencia protagonizan las fotos de Moriyama son
seres sin nombre o personas de nombre pequeño: transeúntes que esperan, marchan o se alejan rodeados de un halo denso, único, que la cámara y el laboratorio fotográfico tradicional de Moriyama posibilitan.
Gracias a ello, a su forma de mirar y reproducir lo captado, vemos que la soledad es ternura y que los retratos colectivos pueden ser a la vez tristes como dulces.