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A lo largo de la historia ha habido diversas maneras de introducir el agua en el diseño de jardines. En el mítico jardín árabe, donde la escasez de agua se tradujo en composiciones sofisticadas, destaca la sutileza con que está tratado el preciado líquido. En el renacimiento italiano, el agua era un elemento abundante que, unido a la topografía accidentada, se tradujo en elementos dinámicos como cascadas, fuentes o estanques que contribuían a crear puntos focales. Durante el barroco francés se intentó reproducir estos efectos dinámicos, pero en un paisaje totalmente llano, situación que condujo al desarrollo de tecnologías y sistemas hidráulicos aplicados al diseño de jardines. Por el contrario, el modelo de jardín romántico inglés reprodujo formas naturalistas para incorporarlas al diseño de jardines. En la actualidad, destaca la búsqueda de una conquista del paisaje por parte del público. Las fuentes, los senderos de agua y los estanques continúan teniendo un carácter escultórico y decorativo, pero ahora los disfruta toda la población.